Levantemos el corazón



Entre los cristianos es muy frecuente 

representar a la Virgen con las manos juntas 
en actitud de oración, 
como queriendo decirnos que debemos elevar nuestros ojos hacia arriba, 
hacia el cielo, hacia Dios.

María Inmaculada, con las manos juntas hacia arriba, 

elevados sus ojos hacia las alturas, 
arropada con el manto azul, símbolo de su ideal, 
nos señala cuál debe ser nuestra meta.

¡Qué necesario es responder a la invitación litúrgica que dice.

 “Levantemos el corazón!” 
No puede el cristiano vivir arrastrándose a ras de tierra; 
debe elevarse hacia las alturas 
y lanzarse hacia Dios sin olvidarse de su misión en el mundo.

María, punto de enlace del cielo con la tierra, 

ayúdanos con tu presencia para que el Evangelio 
no se desencarne ni se desfigure
(cf Puebla 301)


* P. Alfonso Milagro