La Virgen orante se nos presenta
como modelo para nuestras relaciones personales e íntimas
con Dios nuestro Señor.
María siempre estuvo en oración,
siempre vivió en conversación con el Padre
como Hija suya predilectísima;
con el Verbo, que era su Hijo amadísimo,
y con el Espíritu Santo como su verdadera Esposa.
Nosotros no podemos olvidar
que Dios uno y trino vive en nuestra alma por la gracia;
si el Espíritu Santo mora en nosotros,
prestémosle atención, no lo dejemos solo,
acompañémoslo, démosle conversación,
tratemos nuestras cosas con Él.
María, ora junto a nosotros, como lo hiciste con los apóstoles.
* P. Alfonso Milagro